En un recorrido por la historia de Antioquia, se encuentra un hilo conductor de solidaridad y civismo que ha marcado el devenir de la región. Desde la construcción de emblemáticas obras como la vieja vía al Mar hasta la fundación de hospitales y centros culturales, los antioqueños han demostrado una capacidad innegable para unirse en pro del bien común.
Hace casi un siglo, cuando Medellín estaba confinada entre montañas y su única conexión con el mundo era la vía férrea hacia el río Magdalena, el sueño de abrir un nuevo camino hacia el mar Caribe unió los lazos de los paisas. Liderados por figuras como Gonzalo Mejía y Fernando Gómez Martínez, ciudadanos de todos los estratos sociales se unieron para hacer realidad esta visión, aportando tanto recursos públicos como privados.
Un ejemplo emblemático de esta solidaridad se remonta al acto inaugural de la vía al Mar en 1926. En medio del júbilo, una sencilla barra de hierro bendecida simbolizaba el esfuerzo de una región entera. Esta barra, donada por Ana Campuzano desde el remoto municipio de Amalfi, representaba el compromiso y el músculo «antioqueño» que daría vida a la carretera al mar.
A lo largo de los años, esta misma solidaridad se reflejó en la atención médica de la región. Desde el rescate del Hospital San Juan de Dios en la década de 1860 hasta la fundación del moderno Hospital San Vicente de Paúl en 1913, los antioqueños han demostrado una voluntad inquebrantable para garantizar el acceso a la salud de su comunidad.
Pero la solidaridad antioqueña no se limita al ámbito de la salud. Proyectos culturales como la conformación del Colegio Académico de Antioquia, impulsados por figuras como el maestro alemán Ernesto Helmkamfp, también han sido posibles gracias al apoyo y la generosidad de la comunidad.
En tiempos más recientes, la culminación de las autopistas 4G ha desatado una nueva ola de civismo en la región. A pesar de los desafíos y tensiones con el gobierno central, los antioqueños han vuelto a demostrar su compromiso con el progreso y el desarrollo de su tierra.
Desde la construcción de grandes infraestructuras hasta la promoción de la cultura y la educación, el legado de las «vacas» que han dado empuje a Antioquia perdura como un testimonio vivo del poder de la solidaridad y el civismo en la construcción de un mejor futuro para todos.