El continente despide con tristeza a una de sus figuras más emblemáticas: José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay y referente moral de la izquierda latinoamericana, falleció este martes a los 89 años, según confirmó el actual mandatario uruguayo, Yamandú Orsi.
“Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho, viejo querido”, expresó Orsi a través de su cuenta oficial en X.
Mujica murió luego de enfrentar durante más de un año un agresivo cáncer de esófago que había avanzado considerablemente, como él mismo compartió públicamente a comienzos de este año. Su salud se fue deteriorando, y en los últimos meses había dejado de responder a los tratamientos médicos.
Una vida marcada por la lucha y la coherencia
Nacido en Montevideo el 20 de mayo de 1935, Mujica fue un militante revolucionario que pagó con casi 15 años de prisión su participación en la lucha armada durante la dictadura uruguaya. Recuperó la libertad con el retorno de la democracia en 1985 y desde entonces eligió el camino institucional: fue diputado, senador, ministro y, finalmente, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.
Su gestión presidencial fue reconocida por una política centrada en la justicia social, los derechos humanos y la ética pública. Pero lo que más admiración generó fue su estilo de vida: vivía en una modesta chacra a las afueras de Montevideo, conducía un viejo Volkswagen escarabajo y donaba la mayor parte de su salario presidencial. Para muchos, encarnó la coherencia entre el decir y el hacer, en tiempos marcados por la desconfianza en la clase política.
Mujica en Medellín: un mensaje de reconciliación
Aunque dejó la presidencia en 2015, Mujica no abandonó la vida pública. Se dedicó a recorrer América Latina y otros rincones del mundo compartiendo su mensaje de sencillez, compromiso social y esperanza.
Uno de sus momentos más recordados en Colombia fue su visita a Medellín el 12 de noviembre de 2015, durante la VII Conferencia Latinoamericana y Caribeña del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). En un auditorio colmado de estudiantes, Mujica pronunció una frase que caló hondo en medio del proceso de paz colombiano: “La justicia duele, pero no puede degollar la paz”.
Con serenidad y convicción, instó a los colombianos a reconciliarse y dejar atrás el odio. “La paz se construye entre todos. Es un compromiso de los pueblos de América Latina. No podemos seguir odiando al que piensa diferente, porque si no, nunca vamos a encontrarnos”, dijo, despertando ovaciones. Y agregó con su sabiduría característica: “La paz es un desafío del presente que mira hacia el futuro. Aunque insistimos en mirar hacia atrás, la vida nos pide avanzar, y por algo tenemos los ojos en la parte frontal de la cabeza”.
Un legado que trasciende fronteras
Mujica se convirtió en símbolo de autenticidad y resistencia, no solo para Uruguay, sino para toda América Latina. Su legado trasciende partidos y fronteras: representa una forma de hacer política con humanidad, sin ostentaciones ni discursos vacíos.
Hoy, el continente lo despide con gratitud y admiración. Pepe Mujica no solo fue presidente: fue una voz lúcida en medio del ruido, un ejemplo de vida ética en tiempos de crisis, y un faro de esperanza para generaciones que buscan transformar el mundo sin perder la esencia.
Descansa en paz, viejo querido. Tu palabra, tu ejemplo y tu coherencia seguirán vivos en la memoria colectiva de América Latina.