Valle de Aburrá, abril de 2025 – El mono tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), una especie endémica de Colombia, enfrenta una alarmante amenaza de extinción debido a la pérdida de su hábitat natural, la deforestación y el tráfico ilegal de fauna. Este pequeño primate, del tamaño de una ardilla, habita exclusivamente en una reducida zona del noroeste colombiano que incluye regiones de Chocó, Antioquia, Córdoba y Sucre.
Con su distintiva melena blanca, pelaje negro y marrón, y uñas en forma de garra que le permiten moverse entre los árboles, el tití cabeciblanco cumple un rol fundamental en la conservación de los ecosistemas tropicales: al alimentarse de frutas, dispersa semillas a través de sus heces, contribuyendo a la regeneración de los bosques. Además, ha sido observado utilizando herramientas rudimentarias como piedras y ramas para acceder a su alimento, lo que evidencia su inteligencia y adaptabilidad.
Sin embargo, este símbolo de la biodiversidad colombiana se encuentra hoy en una situación crítica. Según la UICN (2020), está clasificado como una especie en peligro de extinción. A finales de los años 60 y principios de los 70, se exportaron entre 20.000 y 30.000 ejemplares a Estados Unidos para investigaciones biomédicas. Aunque actualmente su importación está prohibida, muchos siguen siendo utilizados en laboratorios, y el número de titíes en cautiverio ya supera al de los que quedan en libertad.
La pérdida de hábitat natural es otro factor devastador. Se estima que solo el 5% de su área de distribución original permanece. Colombia ocupa el cuarto lugar mundial en pérdida de selva tropical, impulsada por la expansión agrícola, la construcción de represas hidroeléctricas —como la que inundó más de 7.000 hectáreas en el Parque Nacional Paramillo— y la explotación petrolera. Esto ha reducido drásticamente los refugios naturales de la especie.
Crisis local: aumentan los rescates en el Valle de Aburrá
El Área Metropolitana del Valle de Aburrá reportó que entre diciembre de 2024 y febrero de 2025 ingresaron 14 ejemplares de mono tití cabeciblanco al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) de fauna silvestre, una cifra tres veces superior a la del mismo periodo del año anterior. Esta tendencia pone en evidencia el crecimiento del tráfico ilegal de fauna, donde estos animales son extraídos de su hábitat para ser vendidos como mascotas exóticas.
“Desde el Área Metropolitana del Valle de Aburrá reiteramos el llamado urgente a la ciudadanía para rechazar la tenencia de fauna silvestre como mascota y denunciar cualquier actividad relacionada con su comercialización ilegal”, declaró Paula Andrea Palacio, directora de la entidad.
Los animales rescatados suelen llegar en condiciones alarmantes: desnutridos, con enfermedades óseas, pelaje deteriorado y colmillos recortados o limados, una práctica cruel que dificulta su alimentación y los expone a infecciones graves. Estas secuelas reducen drásticamente sus posibilidades de recuperación y reintegración al entorno natural.
Llamado a la conservación
La historia del mono tití cabeciblanco es también la historia del ecosistema tropical colombiano que desaparece. Conservar esta especie es proteger los bosques, las semillas que ayudan a germinar, y la rica biodiversidad que representa a Colombia ante el mundo.
Organizaciones como Conservation Bridges, la Universidad de Caldas y entidades ambientales locales hacen un llamado a la acción inmediata: frenar la deforestación, erradicar el tráfico ilegal de fauna y fortalecer los programas de conservación. Solo así se podrá evitar que el tití cabeciblanco desaparezca para siempre de los árboles que un día fueron su hogar.