La propuesta de conformar el Área Metropolitana del Valle de San Nicolás (AMVSN), liderada por ocho municipios del Altiplano del Oriente Antioqueño y respaldada por la Gobernación de Antioquia, ha encendido un amplio debate público. Este proceso, que avanza en el Congreso tras obtener un concepto favorable en el Senado, representa una oportunidad histórica para fortalecer la planificación regional, pero también exige a los ciudadanos una participación activa, informada y responsable.
La discusión ha superado los límites técnicos para instalarse en la esfera política y social. El próximo 11 de abril, en La Ceja del Tambo, la Comisión Especial de Ordenamiento Territorial de la Cámara de Representantes sesionará para avanzar en el trámite correspondiente. De aprobarse, el proceso deberá ser sometido a consulta popular, donde los ciudadanos decidirán en las urnas si avalan o no la creación de esta figura asociativa.
Entre la información y la desinformación
Uno de los principales retos que enfrenta esta iniciativa es la desinformación. Narrativas alarmistas, mitos y posturas extremas han entorpecido el diálogo ciudadano. Temas como la autonomía municipal, el manejo de recursos hídricos, la posible concentración de poder en el municipio núcleo y el impacto en la ruralidad generan dudas legítimas, pero también han sido manipulados sin contexto.
Expertos insisten en la necesidad de revisar el proyecto con seriedad, contrastar datos y exigir espacios de pedagogía. ¿Qué competencias tendría la AMVSN? ¿Cómo se protegerán los acueductos locales y la vocación agrícola? Estas preguntas no pueden responderse con eslóganes ni con campañas de miedo, sino con estudio y diálogo abierto.
Participación ciudadana: más que una formalidad
Uno de los argumentos más frecuentes entre los críticos del proceso es que “una minoría del censo decidirá por todos”. No obstante, como lo señala la Constitución y la Sentencia C-180 de 1994 de la Corte Constitucional, la participación ciudadana en decisiones que afectan lo colectivo es un derecho fundamental y una expresión de democracia participativa. El concepto de las comisiones del Congreso, además, no es vinculante: lo que define la creación del Área Metropolitana es la voluntad popular expresada en las urnas.
Elecciones y politización del debate
A menos de un año de las elecciones legislativas de marzo de 2026, no faltan los intentos por capitalizar políticamente el debate. Sin embargo, el futuro del Valle de San Nicolás no debe estar atado a intereses partidistas. La región pertenece a todos sus habitantes, más allá de banderas e ideologías.
Por eso, el llamado es a la ciudadanía: informarse a través de fuentes oficiales, participar en foros, exigir claridad a sus líderes y distinguir los hechos de los rumores. El ejercicio democrático no es solo votar, sino hacerlo con conciencia.
Un debate que nos define como región
Este proceso no se trata de “ganar” o “perder”, sino de decidir de forma colectiva y con altura. El Altiplano y el Oriente antioqueño merecen un debate sereno, riguroso y centrado en el bienestar común. Porque más allá de los riesgos que toda transformación implica, también hay posibilidades de construir una región más articulada, con mejor gobernanza, mayor sostenibilidad y una planeación pensada a largo plazo.
Al final, como bien lo establece la Constitución, el poder reside en el pueblo. Y en este caso, ese poder se expresa en la capacidad de decidir, con libertad y conocimiento, el rumbo que tomará el territorio.
Con información de Carlos Humberto Gómez, periodista y director de La Prensa Oriente.