Griffith Foods S.A.S., multinacional dedicada a la producción de soluciones alimenticias para marcas reconocidas como Frisby, Doria, KFC, McDonald’s y Juan Valdez, entre muchas otras, ha dado un paso significativo hacia la sostenibilidad ambiental al implementar un moderno sistema de tratamiento de aguas residuales en su planta ubicada en Marinilla, Antioquia. Esta iniciativa ha permitido, desde agosto de 2023, la recirculación de 755 metros cúbicos de agua, evitando su vertimiento al río Negro y dándole un nuevo uso en los servicios sanitarios de la misma planta.
La compañía, consciente del impacto que su operación puede tener sobre los recursos naturales, decidió actuar proactivamente para mitigar su huella hídrica. Con una inversión cercana a los 180 millones de pesos colombianos, equivalentes a 45.000 dólares, se llevó a cabo la instalación de un sistema avanzado compuesto por una torre de ozono —la cual actúa como principal fuente de desinfección del agua— complementada por un proceso de dosificación de cloro justo antes de que el agua entre nuevamente al circuito de uso. Esta solución técnica garantiza altos niveles de calidad e inocuidad, cumpliendo con los estándares más exigentes en materia de tratamiento de aguas industriales.
El proyecto nació de una revisión interna orientada a identificar oportunidades de mejora en el uso del recurso hídrico, utilizado no solo en los procesos productivos, sino también en las áreas de servicio general de la compañía. A partir de este diagnóstico, y con el trabajo articulado de las áreas de Proyectos, Mantenimiento y Ambiental, se consolidó una solución que hoy representa una práctica ejemplar dentro del sector alimentario.
Más allá de las cifras técnicas, el impacto del proyecto puede medirse también en dimensiones cotidianas: los 755 metros cúbicos de agua recirculada equivalen a cerca de 755.000 botellas de un litro, que, en lugar de desecharse, fueron recuperadas y reintroducidas en el sistema de forma segura y responsable. Así lo destaca Yeimi Acosta, líder ambiental de Griffith Foods S.A.S., quien señaló que «debemos ser conscientes de que el agua es un recurso cada vez más limitado, por lo que proyectos como este son muestra de que en el mundo empresarial es posible implementar prácticas ambientales que nos encaminen hacia un futuro más sostenible».
Este avance forma parte de una estrategia más amplia de sostenibilidad que la compañía ha denominado “Aspiraciones a 2030”, una visión global que busca transformar la industria alimentaria mediante acciones concretas en eficiencia operativa, innovación responsable y cuidado del entorno. En el caso particular del recurso hídrico, Griffith Foods se ha propuesto reducir en un 50% su consumo operativo antes del final de la década, y la experiencia en Marinilla se perfila como uno de los hitos claves para alcanzar ese objetivo.
Fundada en 1919, Griffith Foods opera actualmente en más de 30 países y cuenta con más de 4.800 empleados en seis continentes, incluyendo un equipo multidisciplinario de más de 340 científicos de alimentos y 40 chefs, quienes trabajan conjuntamente para desarrollar soluciones alimenticias que fusionen sabor, salud y sostenibilidad. Desde su planta en Colombia, la compañía no solo abastece a algunas de las marcas más representativas del país, sino que también lidera prácticas de innovación social y ambiental que están marcando la diferencia en la forma en que se produce y consume la comida.
La implementación del sistema de recirculación en Marinilla no solo representa un logro técnico y ambiental, sino que también evidencia cómo las alianzas internas y el compromiso interdepartamental pueden traducirse en resultados tangibles y medibles. Con esta iniciativa, Griffith Foods ratifica su compromiso con la región, con el país y con un modelo de negocio donde la eficiencia operativa y el respeto por los recursos naturales caminan de la mano.
Esta apuesta, más que una solución aislada, se convierte en un modelo replicable que podría inspirar a otras industrias a revisar sus procesos, buscar oportunidades de mejora y adoptar tecnologías limpias que no solo mejoren su competitividad, sino que contribuyan activamente a la protección del entorno. En un mundo donde el agua se convierte en un recurso cada vez más escaso, proyectos como este son un recordatorio de que la innovación ambiental no solo es posible, sino urgente.