Comienza a asomar, y soy parte de ella –cosa que escribo con un poco de temor–. Son parte, también, otros proyectos, que, con recursos limitados, rigor, sensibilidad por el arte y –esto es lo mejor– autenticidad, buscan escucharse y ser escuchados en un territorio donde la desarticulación cultural ha sido protagonista.
Esta es una primavera heterogénea. Su producción –analógica, digital o mixta–, ejecución –que va desde la mítica guitarra clásica de Marinilla hasta el genérico controlador midi Chino–, y temas –de Pokémon hasta el estallido social de 2021– colorean el espectro sonoro, arrojándolo más allá del muro audible que levantan ciertas discotecas entre viernes y domingo.
La herencia de un difunto conservatorio al que asistimos varios y la de una universidad por la que pasaron otros; las tardes en las orillas del Río Negro o en las mangas del centro comercial; los contados bares que no reprodujeron demasiado las prescindibles letras del género urbano; la facilidad para acceder a otros municipios; la competencia entre esos municipios… En fin, todo esto ha contribuido a que la academia y el empirismo se den la mano en lo verdaderamente fundamental: hacer arte por el goce estético, por la búsqueda de una identidad, por afirmarnos como individuos, por protestar.
La primavera musical que comienza a suceder es una que entiende que la emoción gobierna sobre el virtuosismo; que el mercado no es el enemigo; que las corbatas no son condición para la elegancia. Es una estación –espero que no tan pasajera– que florece en el espacio que separa al Math Rock del Reggaetón Ácido –lo que sea que eso signifique–; al Jazz del Folk; al Blues del LoFi; a la Cumbia del Metal. Ojalá sea una primavera valorada. Una con gente que la escuche, que la baile. Los colores necesitan de los ojos, el clima necesita de la piel. El arte se corona con el espectador y, por tanto, la música, nuestra música, se corona con el tímpano. Queremos ser oídos, porque queremos ser criticados, gozados… queremos ser padecidos.
Aquí algunos frutos de La Primavera: Geografías (@geografias. band), Kitsugaki (@Kitsugaki), Nicolas Weir (@nicowere), Scuilo (@scuilomusica), Trifásica (@trifasicaaa), Zebra Sessions (@zebrasessions).
Por Nicolas Weir Restrepo
Profesor de tiempo completo en la facultad de arquitectura de la universidad Santo Tomás
Mg. En Estética.