El 31 de diciembre muchos hicimos unos propósitos para el nuevo año: comer saludable, entrenar, ahorrar o leer, son algunos de ellos. Pues bien, finaliza el primer mes y varios hemos bajado nuestras cabezas porque no empezamos el 1° de enero con todo.
En gran parte, las redes sociales y la tecnología han despertado en nosotros una súbita necesidad de ir a toda velocidad con todo lo que rodea nuestras vidas para luego generarnos un sentimiento de culpa y condena si no alcanzamos el ritmo de esos supuestos “ídolos” digitales en la búsqueda de esa vida perfecta que solo se ve a través de las pantallas celulares. Respecto a este fenómeno, muchos jóvenes, desorientados por ese frenesí, han llegado al límite con consecuencias dolorosas para todos: de acuerdo con el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) las personas con
edades entre 15 y 29 años representan la mayor participación en la tasa de suicidios en Colombia cerrando el 2023 con un con un incremento del 37%.
¿Y si nos dejamos de comparar ? Mi primero de enero y el tuyo para cada propósito son distintos, probablemente algunos días desfallezcamos, pero ¡qué importa! Motivante será saber que mañana lo volveremos a intentar.
Anoche tuve un sueño y me desperté con miedo y ansiedad; entiendo que nuestra vida está llena de momentos maravillosos, así como de ratos espantosos, pero aún en
situaciones felices, por detrás puede venir el miedo, la pregunta es: ¿miedo a qué ? A
quedarnos solos, a no lograr lo que queremos, a perder lo que más amamos, a que un día nuestro cuerpo deje de funcionar…
Érich Fromm en su libro “El miedo a la libertad” nos cuenta cómo en nuestra sociedad abandonamos nuestra independencia por temor a la soledad y por la necesidad de pertenencia a los grupos y ser “aceptado”. Recomiendo su texto pues es un escrito que nos propone abrir las alas, nos muestra un camino que implica responsabilidades, aprender a decir que no, a entender que la verdadera libertad es interior y será alcanzada cuando tenemos el coraje de mirar dentro de nosotros mismos y tomar el control de nuestra propia vida a través de elecciones y acciones conscientes, más allá de declaraciones en historias y publicaciones en redes sociales que somos libres de elegir. Eso sí, la libertad no existe sin tener el derecho a cometer errores, ¿nos podemos equivocar? Por supuesto, se vale cambiar el rumbo y también ir despacito.
Soy de las que dicen que no podemos actuar basados en el miedo, pero les cuento que podemos ser felices incluso con él a cuestas. No hay que ignorarlo ni reprimirlo, la única forma de estar plenos es reconociéndolo profundamente y entender de dónde viene, no tratemos de escapar de él, mejor démosle permiso para que florezca en nuestra conciencia. Mi propuesta es a que lo miremos directo a los ojos para transformarlo y resignificarlo.
Conversemos más, escuchémonos más, soltemos el celular, hablemos de lo que nos asusta y lo que nos diferencia, de tus tiempos y los míos, sin juzgar. Tú vida y la mía pueden ser bonitas tejiendo momentos con hilos de colores para hacer una cobija de retazos que es única y que arropa dando calor al artesano que la construye .
Y a ti ¿qué te da miedo?
Por: Indira Muñóz Cerón