Semana Santa: una celebración en constante movimiento.

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La Semana Santa, una de las festividades más importantes para los seguidores de la fe católica, está en pleno apogeo este año, marcando el camino desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección. Sin embargo, para muchos, surge la pregunta recurrente: ¿Por qué esta celebración cambia de fecha cada año?

A diferencia de otras festividades religiosas que tienen fechas fijas en el calendario, como la Navidad, la Semana Santa sigue un patrón más complejo, vinculado estrechamente con los ciclos lunares y la llegada de la primavera. Esta peculiaridad es la que hace que cada año la Semana Santa se adapte a las variaciones del calendario solar.

Según explican expertos de National Geographic, el Domingo de Resurrección, que marca el inicio de esta semana sagrada, se determina como el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera. Este criterio fue acordado siglos atrás en el Concilio de Nicea del año 325 DC, donde líderes religiosos establecieron esta regla para evitar que la celebración coincidiera directamente con la Pascua Judía.

Esta conexión con los ciclos naturales significa que la Semana Santa puede caer en cualquier momento entre finales de marzo y mediados de abril. Aunque la llegada exacta de la primavera puede variar ligeramente, normalmente se ubica entre el 22 de marzo y el 25 de abril, lo que coloca la celebración en estas fechas.

No obstante, los cambios estacionales y la complejidad del calendario gregoriano, que requiere ajustes como el año bisiesto para mantenerse sincronizado con las estaciones, pueden generar pequeñas variaciones en la fecha de la Semana Santa de un año a otro.

Así, mientras que otras celebraciones religiosas se aferran a fechas específicas, la Semana Santa continúa su danza anual en armonía con los ciclos celestiales y terrestres, recordándonos la profundidad de su significado espiritual en cada amanecer de primavera.